Era un hombre que se hallaba solo
como tanta gente suele estar.
Siempre en aquel bar se acomodaba
y si la lengua en el alcohol le naufragaba
a veces le contaba a los amigos
de una mujer que no olvidó.

Una noche que estaba bien borracho
arrimaron su mesa a la pared
pusieron una silla al otro lado
pintaron en la cal una mujer
le dijeron alguien vino a visitarte
y dice que hace tiempo no se ven.

Lo sentaron en la silla y frente a él
le sonrió el dibujo en la pared.
El hombre se puso tan contento
miraba la figura sin aliento
ya ves quien lo diría balbuceaba
vos buscando y yo sólo soñar.

Y habló y habló toda la noche
de los sueños y de cuanto la esperó.
Poco a poco el bar se fue vaciando
y se oía siempre a ellos conversando
los amigos se marcharon sin saber
si acaso hicieron bien o hicieron mal.

Traía su luz tibia la mañana
y acodado en el mostrador
el dueño del boliche dormitaba
cuando despertó y los vio pasar
ella iba quitándose del hombro
las últimas cáscaras de cal.
Rubén Olivera



Rubén Olivera - La mujer de cal