Te he visto
llorando en la sombra,
llorabas por mí.
Pero cuando el sol,
quién causo tu alegría, quién fué?
Que yo no fui.

Yo fui quien ofendió
tu imagen, Cecilia,
fundada en
la mañana mejor.

Tuyo es el canto y el árbol,
la flor y el amor.
Mía es la ciénaga, el páramo,
el risco, el dolor, así el amor.

A filo y piedra herí
el claror del agua
de tus ojos claros,
Cecilia, Cecilia, Cecilia, y de mí.
Eduardo Darnauchans


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