Los murguistas son tipos con el alma pintada
que ríen cuando lloran y gritan cuando sienten,
curiosos ejemplares de una especie olvidada,
renacen por diciembre a eso de las siete.

Si te encontrás alguno lo reconocerás
por esa mueca fuerte que les descubre el cuore,
o por esa ronquera que talla el carnaval
y que sólo se borra con tablados o amores.

Los murguistas no pegan con el melodrama,
no suelen abordar asuntos trascendentes,
se patinan la vida entre el cuento y la fama
boxeando en el tablado, cantándole a la gente.

Seguramente esconden historias en sus puños,
leyendas imposibles de esmeraldas robadas,
recuerdos que no cuentan ni siquiera desnudos
pues son como puñales que duermen en su almohada.

Ojerosos y serios, en cualquier mostrador
dilapidan fortunas en vueltas sin retorno,
cuando juntan un peso se compran un amor,
un par de lentes negros o unas flores de adorno.

Los murguistas no esperan la muerte acorralados,
salen fuera del área a jugarse la vida.
Casi siempre la pierden en un tono más alto,
pero antes de partir cantan la despedida.

Jaime Roos


Jaime Roos y Adriana Varela - Los murguistas