Como si hubieran martillado ya su arma,
el directorio de una empresa había votado:
"ya muchos años ha cumplido ese operario,
hallamos mejor retirarlo".

Al día de ésto el buen señor es convidado
a darse cuenta que los años han pasado,
que ya su calva no es motivo de respeto,
más bien razón de jubilarlo.

Así al llegar hasta su casa derrotado,
en una esquina de boliche se ha parado,
y su mujer ha sido con aire ha agotado
toda su vida en aquel trago.

Desde los ecos desgarrados de algún tango,
de bandoneones machucados sin estaño,
hoy le entregaron ya su vida en obituario,
le realizaron su inventario.

Y en el final minuto triste de esta historia,
como la máquina gastada que ya estorba,
hoy el recuerdo le tiñó de gris la cara,
quemó el costado, igual que manos.

Cayó de lado en un ricón, perdió su trago,
cayó con él la foja intacta del trabajo,
llegará el lunes a la empresa otro empleado,
nuevo operario, nuevo jubilado.

Carlos Vidal


Carlos Vidal y La Fragua - Inventario