Qué lindo verlos venir
adueñándose de las avenidas,
ocupando los balcones
los crisantemos, el mediodía.
Vienen de sus pueblos, de sus olvidos,
de sus manteles, desde sus baldíos,
vienen de todo el país
hasta su propia mirada,
hasta su propia mirada.

Qué lindo verlos salir,
adueñarse de sus propias palabras,
bajando de los camiones
y saludando al día en voz alta.
Fuman nerviosos, tararean canciones,
no habrá que hacerse falsas ilusiones,
pero hoy tenemos que estar
reclamando una mañana,
reclamando una mañana.

Y desde los motores,
desde la tiza y los mostradores,
desde los andamios y las ruedas,
desde las agujas y el poema,
un silencio azul
sube a saludar,
sube a saludar,
sube a saludar.

Qué lindo verlos llegar
desbordando barrios alegremente
alzando su juventud
como una pancarta contra la muerte.
Saben que esperan más acá del sueño
la mano dulce de los compañeros,
flameando llenas de luz
como una sola bandera,
como una sola bandera,
como una sola bandera.

Y desde los motores y las tizas,
desde los andamios y el poema,
y de las gargantas que
manifiestan hoy desde algún cielo,
un silencio azul
vino a desfilar,
vino a desfilar,
vino a desfilar.

Junto a los trabajadores,
junto a los trabajadores,
junto a los trabajadores,
junto a los trabajadores,
junto a los trabajadores,
reclamando una mañana,
reclamando una mañana,
junto a su propia bandera.

Mauricio Ubal


Rumbo - Primero