¿Sabes que acaso te está hablando un muerto?
Eco callado soy que resucito,
única voz que se atigró en cien soles.
No bronce o mármol, frágil cera guarda
esta inmortalidad que estás oyendo.
Voz que ya nadie dice,
luz de un sol extinguido
que aún galopa en el tiempo.
Bajo mis alas, trémulos,
se acurrucan minutos de otros días.
Tu atención ya la he visto
y he de verla abierta en otros.
Sois reflejos míos,
yo soy la realidad, sombras vosotros,
que con ser sólo un aire estremecido,
yo he de vivir aún más que quien me dijo,
soy el claro prodigio sin misterio,
voz que se dice sola y para siempre.
En vano sobre mí pondrán los hombres
leve silencio o densidad de olvido,
vendrá una mano y volaré de nuevo,
diré otra vez lo que te estoy diciendo.

Eduardo González Lanuza
(Argentina)


Eduardo Darnauchans - Poema para ser grabado en un disco de fonógrafo