Rompe la quietud, deja que se eleve al cielo
ese eco en la madera del tiento aferrando al cuero.
Dale un poco más, quiebra la monotonía
que se duerme en los zaguanes de la siesta cada día.

Que el calor de tu sangre me ampare,
que el fragor de tus manos me tenga,
que tu pulso en el alma sostenga.

Como a la vida,
pasito a paso,
sigo tu huella.

Guarda en tus manos
tan sólo el toque,
el más preciso.

Donde los sones
con tus tambores
tiembla la tierra.

Tiembla la tierra...

Eduardo Mateo


Eduardo Mateo y Jorge Trasante - Canción para el tamborero